lunes, 30 de mayo de 2011

Capítulo 54



Mientras que Constitución lo único que se preocupa es que a su esposo le quede la menor cicatriz posible, si vive, Esther no ve nada claro la operación. Se lo van llevando en camilla. Constitución trata de separarla de él.
--¡Es mi esposo, es mi decisión¡
--pero él debería estar consciente, ¿qué le van a hacer? ¿no es muy arriesgada la operación?
Es cuando Rubén está en quirófano que Esther se entera que las posibilidades que Rubén muere son muy altas. De más de un sesenta por ciento. Golpea la puerta por la que se la han llevado. Su madre se la lleva arrastras.
--¿¿es que quieres condenarlo a una silla de ruedas?
--¡su vida es lo más importante¡
A Esther le duele la frialdad con la que su madre dice:
--Rubén es demasiado guapo como para quedar inválido. Espero que la cicatriz no le estropee mucho su cuerpo aunque el doctor me ha dicho que con una cirugía se la podrán eliminar.
Esther no da crédito a lo que oye:
--¡Rubén puede morir y a ti sólo te importa una estúpida cicatriz?¡
Constitución va arrastrando a su hija para alejarla de donde están. A Esther le duele que su madre trate a Rubén como un objeto cuando ella daría su vida por él. Agarra su celular.
--¿a quién vas a llamar?
--A los de la Colina. Ellos deben saber lo que ocurre, ellos van a frenarte.
Constitución agarra el celular de su hija y lo estampa contra el piso.
--¡don Demetrio no creo que quiera un hijo inválido y en todo caso la decisión es mía que soy la esposa¡
Entonces Esther se dispone a buscar un teléfono público para ponerse en contacto con la Poderosa. Constitución paga al personal para que la encierren en el cuarto de limpieza. Esther se derrumba. La vida de Rubén está en manos de los doctores, o en la de Dios. Ella no es creyente, pero en esos momentos no puede hacer otra cosa. Cae al piso rota de dolor, llorando con angustia. Si Rubén se muere una parte de ella morirá con él. Sin saber bien como trata de recordar alguna frase suelta de oración, incluso le propone un trato a ese Dios en el que no cree.
--Si es verdad que existes, déjalo vivir. Llévame a mi si quieres pero que Rubén esté bien.
Eso es lo único que le importa en esos momentos.




Mientras, Denise y Marc hablan desnudos en la vera del río. Los dos abrazados, felices luego que hicieron el amor. Ambos contentos que pese a todo estén juntos.
--¿me vas a dar el tiempo que necesito verdad?
Él la acaricia, la besa con amor.
--Va a ser muy duro saber que duermes todas las noches con tu esposo.
--Sabes que no me toca.
--pero ¿¿y si le llegan los chismes como a mi padre?
--Son chismes, si dicen tantas cosas.
--pero ¿qué le dirás?
--Está muy enfermo. No hará preguntas.
--¿y tus hijos? Si el padre está enfermo les sorprenderá que te haya dejado preñada.
--Es que ellos no saben nada de la enfermedad, por favor. Confía en mi.
Él la besa enamorado. La ama demasiado y además esa mujer lleva a su hijo en su vientre. Claro que cree en ella.
--sobretodo no le digas a tu padre que me conoces, niégalo siempre.
Ambos se hablan con mucho cariño. Denise es feliz con ese hombre aunque lo llene de mentiras, es necesario para no perderlo. No soportaría estar sin él. Mac la mira con mucho cariño.
--pero es que yo no quiero negar a mi hijo, a mi mujer. Mi padre tendrá que entender.
--Tu padre te odiará, él me odia. Te echará de su lado.
Y aunque quiere estar al lado de ese hombre tampoco quiere renunciar a la herencia aunque cada día lo que le importa más es estar al lado de Mac.
--pero si no es verdad lo que se dice de ti ¿cuál es el problema?
Denise se levanta, se empieza a vestir. Se hace la ofendida.
--¿es que no crees en mi?
Mac de pie ante ella. Hermoso completamente desnudo.
--claro que creo en ti, lo has prometido por nuestro hijo. Serías un monstruo si juraras en falso por algo tan sagrado.
Denise lo abraza.
--claro que es mentira lo que dicen de mi.
Mac la acaricia feliz pero en el rostro de Denise se muestra un poco la culpa. Una culpa en la que no quiere pensar, lo que más le importa es que Mac se quede con ella.
--lo que pasa es que no quiero que te enfrentes a tu padre por mi.
Denise a medio vestir, Mac desnudo y abrazado a ella.
--A mi no me importa, yo quiero comenzar de nuevo solos tú y yo y nuestro hijo.
Denise acaricia la mano de su amante.
--No olvides que tengo un hijo pequeño.
--Que es de mi sangre, cuando nos casemos yo lo adoptaré. Llevará el apellido que le corresponde.
Denise acaricia a su amado, él sonríe y ella se derrite.
--Nunca fui feliz hasta que te conocí a ti.
Él la escucha con una sonrisa, con una carita de enamorado que no puede con ella. Denise sigue hablando.
--pero la familia es lo primero. Yo no soportaría que te alejaras de ella por mi culpa.
--Eres tan buena, que equivocado está mi padre.
Él se aferra a ella. La va besando y van cayendo sobre la hierba.
--Quiero que mi hijo lleve mi apellido… No el de tu esposo.
--lo llevará… Es cuestión de tiempo.
Denise está feliz… al fin atrapó a un de la Colina. Mac se siente mal por desear la muerte a un hombre. Siente que cuando Jose muera podrá ser feliz. Se consuela pensando:
--Está condenado a morir…
Denise y Mac se dejan llevar por sus caricias, por su amor.

Por otro lado, Constitución deja que Esther salga del cuartucho en la que ha estado horas para escuchar al médico. No quiere estar sola cuando le digan que Rubén murió.
--¿qué pasó con mi esposo, murió?
Esther mira a su madre con rencor. Para la mujer Rubén es una escultura preciosa a la que no quiere perder pero si esa belleza se estropea prefiere que Rubén esté muerto. El doctor no habla y Esther se teme lo peor. No puede dejar de llorar.

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