viernes, 30 de septiembre de 2011

Capitulo 82









Mac y Denise están juntos. Han hecho el amor en el río. Se visten.
--¿y cómo están las hijas de tu hermano?¿las conoces?
--Ya sabes que no, no quiero ausentarme del pueblo, quiero estar contigo.
Se besan.
--Además a mi me importa nuestro bebé –Mac.
Denise acaricia a Mac.
--Es mi nieto, tu hijo --dice con amor.
Denise se pone un poco triste al pensar en ese hijo de Mac que se malogró pero siente que la vida le ha dado una oportunidad. Mac se siente orgulloso además porque es varón.
--Mi padre está tan feliz porque es macho.
--claro… es su heredero.
Y aunque está feliz con Mac, Denise no puede olvidar lo que siempre ha sido su ambición. Su nieto es el heredero legítimo de Demetrio de La Colina.
--cómo debe ser el primogénito dando vida al primero de los nietos de mi padre.
Denise no puede evitar pensar qué sentiría su amado si supiera que fue ella quien le dio el primer nieto a Demetrio pero eso es un secreto que no desea que jamás sea desvelado. Mac abraza con fuerza a Denise.
--Le vencí al bastardo ese, ningún bastardo nunca tendrá nada de Los De La Colina.
Denise se incomoda un poco por el tema y Mac se da cuenta.
--perdona, mi amor –dice acariciándola dulcemente—sabes que no lo decía por tus hijos. A ti no te interesa nada de mi familia.
Y ella lo mira a los ojos y cada vez esa ambición es menor.
--sólo ti –dice ella.
Y Mac la siente sincera y se funden en un apasionado beso de amor.

Por otro lado, Esther ya tiene que abandonar el hospital. Para ella es muy duro irse dejando a sus hijas allá. Rubén está con ella.
--vendremos todos los días.
Tienen que firmar en el Registro Civil. Rubén es ya un hombre divorciado. Él y Esther presentan a sus hijas como un padre y una madre normales. Son hijas son De la Colina Ramírez. Eso es algo que llena de dicha a la joven.
--¿seguro que no quieras tomar partido en el nombre? Somos sus padres –Rubén.
A Esther le emociona cada vez que Rubén dice que son los padres de esas niñas. Él y ella, ambos con los mismos derechos. Él no la ve como ella desea pero sin duda sus hijas lo unen. Cada día que pasan las cuatro están más fuertes y eso les llena de ilusión y esperanza. Precisamente ese es el primer nombre que eligen para una de las pequeñas: Esperanza. Esas niñas son un milagro. Esther y Rubén se han convertido en padres sin haber tenido sexo y ese es el nombre que Rubén ha elegido para otra de sus hijas, Milagros.
--La tercera se llamará Piedad en honor a mi madre.
--¿y la siguiente? –le preguntan para anotarla.
Rubén mira a Esther y dice:
--Esther.
Eso emociona mucho a la joven. Se le saltan las lágrimas.
--¿¿cómo yo?
Rubén le sonríe. Acaricia las lágrimas de la joven:
--Por darme el regalo más maravilloso que una mujer le pueda dar a un hombre.
Rubén besa a la joven con mucho cariño. La abraza.
--gracias por devolverme la vida –le dice él.
Y ella tiembla en sus brazos. Siente que se muriera en esa momento podría morir feliz porque está junto a su amado. Rubén no quiere alimentar el amor que esa joven siente hacia él. El amor ha desaparecido de su alma. Ya no piensa en Constitución, es un hombre libre. Un padre que sólo quiere vivir para sus hijas. Esas hijas lo unen a Esther de una manera inevitable y eso es una unión que se estrecha día a día, semana a semana. Esther está viviendo un sueño. Rubén es el padre de sus hijas, de sangre y de ley. Nadie se los va a quitar, no va a tener que renunciar a ellos. Rubén y ella las criarán por igual. Van siempre juntos al hospital, están pendientes de las pequeñas. Todas las enfermeras los tratan como si fueran pareja y ellos no aclaran nada. Esther siente que el corazón se le va a salir del pecho, cada vez se siente más enamorada y a Rubén cada vez le gusta más la devoción que Esther siente por él. Tiene claro que nunca nadie ha mirado en su alma, nadie lo ha querido como lo está queriendo Esther.

Esther ha dado vida a las hijas de Rubén y ella es la madre legal. Esther siente que vive un sueño constante. Le da penita las circunstancias pero lucha junto a Rubén y sus hijas. Sus niñas son alimentadas por la leche materna que sacan a Esther con un saca leches y a que introducen a las bebitas por sonda. Aunque no es la alimentación natural, eso sirve para que Esther tenga consciencia que todo está pasando de verdad. Ella es la madre y Rubén que está a su lado en todo momento es el padre. Esas niñas sólo dependen de ellos dos.

Día a día, semana a semana Rubén y Esther visitan constantemente a sus pequeñas en la incubadora. Las acarician, les hablan. Les hacen sentir que las aman, que están con ellas. Tratan de trasmitirle parte de su vida, de sus energías para que luchan. Cada gramo que engordan, cada día que pasa es un triunfo para la pareja. Es un acercamiento, están más unido, el cerco que los uno se estrecha cada vez más.

Y al fin las pequeñas De La Colina ya son dada de altas. Ni Rubén ni Esther pueden creérselo. Rubén y Esther llevan cada uno a una de las niñas y han contratado a dos empleadas para que les ayuden. Justo y Axel están con ellos celebran la alegría del momento. Rubén llora de felicidad cuando al fin ve a sus niñas en la casa, en ese cuarto que ha estado esperándolas por meses. Justo ha compartido las penas y también las alegrías con Rubén.
--¡felicidades, papá¡
Los dos casi hermanos se funden en un abrazo muy cariñoso. Están muy contentos. Dejan a las pequeñas descansan. Baja un momento a la sala con Justo.
--¡tenemos que brindar por mis hijas¡
Axel está en la sala. Brindan con unas cervezas.
--¿porqué no vamos a celebrar? –Axel-- ¡¡esto hay que celebrarlo a lo grande¡
Justo está muy contento. Le gusta ver a Rubén tan feliz.
--¡sí, es buena idea¡
--No puedo. Soy padre, mi lugar está aquí. He pasado demasiado tiempo separados de ellas y no quiero perderme ni un instante de ellas.
--¡hablas como un papá¡ --dice Justo divertido.
--un feliz papá –dice emocionado.
Rubén abraza a sus amigos entusiasmado. Los tres están muy contentos.
--pero vayan ustedes, celebren por mi.
Justo tiene ganas de salir a divertirte pero le asusta estar a solas con Axel. Rubén abraza por los hombros a Justo.
--hazlo por mí.
--está bien…
Axel y Rubén se mira con complicidad. Justo se va con Axel. Rubén se queda pendiente de Esther, de las niñas. Está feliz. Se acercan los dos a la cuna.
--Esto es un milagro, no puedo ser más feliz.
Rubén se deja llevar por sus hormonas, por sus meses de abstinencia, por el cariño que le da esa chica. Le agarra la mano:
--¿seguro que quieres? --le susurra él.
Esther tiembla por la mirada de él. Se dejan llevar y se besan. Es un beso tímido pero luego se besan con pasión. No piensan en nada. Rubén lleva a Esther a su cuarto, se va desnudando. Se deja llevar por sus impulsos, es muy apasionado. Ella llora en sus brazos.



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